Que hoy en día una mujer pueda montar bicicleta sin tantos prejuicios tiene su historia de libertad, de hecho, “montar bicicleta fue una conquista femenina” 🚵♀️. Mi pasión por el ciclismo no sólo me conduce a pedalear sino también a indagar información y entre esas consultas conocí que antes se consideraba que la mujer que montaba una bicicleta rompía con las reglas establecidas y se convertía en una persona de dudosa moral 🧐. Las primeras mujeres ciclistas que se atrevieron a viajar con total libertad en dos ruedas fueron víctimas de todo tipo de insultos e inclusive se les lanzaba piedras y los “profesionales” de aquel entonces “aportaban con sus criterios” para asegurar científicamente los motivos por los que una mujer no podía montar una bicicleta 🤔, fue así que los médicos de la época opinaban que el ciclismo era una actividad perjudicial para el organismo femenino, considerado más débil que el masculino. Para estos médicos el uso de la bicicleta por parte de las mujeres podría causarles esterilización y trastornos nerviosos (falsos fundamentos) que con el tiempo se fueron descubriendo 🤓.
De retorno a la actualidad, tengo que decir miles de gracias a aquellas mujeres que sin miedo montaron bicicleta, a pesar de que la absurda sociedad no se los permitía; gracias porque no permitieron que la bicicleta fuese sólo un transporte masculino, porque nos enseñaron a ser libres en dos ruedas, porque gracias a ustedes hermosas luchadoras hoy yo también puedo disfrutar del placer de subirme a una bicicleta y de convertirla no sólo en mi medio de transporte sino en mi compañera de tantas aventuras y emociones, y aunque ya no nos lanzan piedras, aún los prejuicios no han desaparecido por completo, todavía somos las “machonas” que queremos perder la virginidad desde muy niñas por subirnos a la “bici”, las locas que preferimos los pantalones en lugar de los vestidos, la carne de los morbosos que nos ven como objeto sexual en todo momento, “las manes valientes” que salimos de casa a disfrutar la vida en dos ruedas, “las tontas” que buscamos el peligro en una sociedad plagada de tanta desigualdad. Ojalá no tuviéramos que ser todo eso para montar la bici, sé que muchos preferirían que seamos un poquito obedientes y nos quedáramos guardadas en la casa, pero para ser libres nos ha tocado ser desobedientes y gracias a esa desobediencia se han ganado espacios de los que estábamos excluidas por el sólo hecho de ser mujeres. Esta no es una opinión feminista, porque sé que hay más humanos que machistas y feministas, porque tengo un compañero de fórmula con el que he pedaleado tantos kilómetros y pienso seguir sumando junto a él muchos más en nuestros diarios de bicicleta, porque él me ha enseñado tanto como yo a él, que hoy somos un equipo de ciclistas aficionados.
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