Lo he aprendido en la cotidianidad laboral. En el negocio inmobiliario en el que actualmente me encuentro uno puede detectar con claridad que el mercado ya no es el de ayer ni el de hoy ni el de mañana. Anteriormente el mercado lo imponían los empresarios a los consumidores, es decir, los empresarios decidían que debían consumir las personas, ahora son los consumidores los que les dicen a los empresarios: “esto queremos consumir”. En un mundo de cambios constantes, marcado por tendencias, diversos estilos de vida y donde la información abunda en todas partes, los consumidores son los que determinan qué nuevos productos deben aparecer en el mercado.
Frente a esta situación incontrolable, muchos buenos empresarios de la época pasada por la resistencia a adaptarse a este nuevo mundo pierden el año. Y es que no hay empresario más terco que aquel que cree que todos los años serán de bonanzas cuando se sigue haciendo lo mismo, mientras afuera el mundo continúa cambiando bruscamente. En el caso de los constructores de viviendas, al menos aquí en Quito siento que muchos de ellos se están comiendo la camisa, porque no son capaces de aceptar que la economía del país es inestable, que no todos los que anhelan tener vivienda propia gozan de sueldos mensuales de más de dos mil dólares para adquirir sus costosos departamentos y casas. Muchos constructores se embarcan en proyectos ambiciosos sin analizar la situación socioeconómica del país en el que se está construyendo. Los estudios de mercado son casi nulos y tampoco aceptan que el nivel de competencia es muy alto, siguen creyendo que son los únicos en la construcción y por vanidad se ciegan a la realidad. Los constructores creen que sus majestuosos proyectos se vendrán por sí solos o con la contratación de vendedores labiosos conseguirán vender muy rápido sus unidades, pero ya ni eso funciona en el actual mercado. Los vendedores labiosos quedaron en la historia, hoy el que decide dónde quiere vivir con la plata que tiene es el comprador y su pareja si la tiene. Anteriormente las personas con frecuencia se dejaban envolver por todas las maravillas que le contaban, ahora con el google pueden disipar todas sus dudas y buscar todas las opciones que les dé la gana y comprar cuando les dé la gana, así de claro. Los constructores si no quieren seguir quedándose varados con sus proyectos tienen que pensar en dónde la gente quiere vivir y cuál es su presupuesto no dónde ellos piensan que la gente desearía vivir y que los préstamos hipotecarios son la tabla de salvación para todos los posibles compradores. Hay que construir de acuerdo con las necesidades de la gente no con la ambición de los constructores ✍️.
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